GENTES


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"NO QUIERO ESCUCHAR", entona la jovencita del arete en la nariz. La copla suena con insistencia estos días porque va a representar a RTVE en el incombustible Festival de Eurovisión el próximo 29 de mayo en Jerusalén, pero también porque su intérprete ha decidido hacer oídos sordos al aluvión de críticas que, dice, le han llovido por eso: que si es demasiado joven, que si apenas tiene experiencia encima de un escenario, que si adónde va con el piercing... Pues sí, la madrileña Lydia sólo tiene 19 años, pero demuestra unas tablas más que probadas. Y no tanto porque la suya es una familia de músicos (lo ha mamado de su padre y de su hermano, por cierto, uno de los autores de No quiero escuchar) como por su carrera como solista que comenzó hace tres años, inspirada por Alejandro Sanz, y que ya ha alumbrado con dos álbumes y una banda sonora (La espada mágica). Así que no, el reto eurovisivo no le asusta, y por lo que respecta al piercing y el Piolín tatuado que luce en su mano derecha, no piensa quitárselos ni a la fuerza.

P.-¿Qué tiene que ver la gente de su edad con Eurovisión?

R.-Seguro que poco. El problema es que España nunca ha presentado una canción con la que se pudieran identificar los jóvenes, así que es lógico que no les interese el festival. Pero para eso estoy yo este año.

P.-Vale, pero seguro que cualquier joven tiene algo mejor que hacer un sábado por la noche que ver un desfasado concurso de canción ligera...

R.-Pues a lo mejor. Pero supongo que cuando me han elegido a mí es porque hay ganas de relanzar el festival y de hacer que llegue a nuevos oídos.

P.-¿Se elige una canción o se elige un intérprete?

R.-No sabría decirlo. No conozco muy bien la mecánica de la selección, no he participado en ninguna reunión... Yo creo, en cualquier caso, que lo que prima es la canción, aunque, ya sabes, siempre se dice que es mejor mandar a una chica en vez de un chico y que funciona mejor alguien ya conocido. No hay más que ver el caso italiano, que casi siempre van los ganadores del festival de Sanremo, como este año.

P.-¿No te intimida someterte al juicio sumarísimo de toda Europa (y parte del extranjero, que se dice)?

R.-Todo lo contrario, estoy encantada de ir. Además, yo compito por algo más que un premio; compito para demostrar que en España se hace buena música moderna, que no sólo vamos de flamenco, con todo mi enorme respeto por el género.

P.-¿Es importante ganar?

R.-Para la gente parece que sí; para mí, es muy relativo. Estar entre los cinco primeros ya me parece más que notable.

P.-¿Quién gana realmente en Eurovisión?

R.-No lo sé y me encantaría saberlo. Eso sí, yo voy a cantar, a representar a mí país y, del resto, no quiero saber nada. No quiero amargarme.

P.-¿Procede un festival de exaltación europea con lo que está pasando en la ex Yugoslavia, aquí al lado?

R.-Sí, por qué no. A lo mejor hasta se arregla el asunto. La música es paz.


EL DECÁLOGO (Eurovisivo)
MASSIEL: Tremenda.
JULIO IGLESIAS: El más grande.
RAPHAEL: Un lujo.
KARINA: Simpática.
SALOME: Un vestido incómodo.
MOCEDADES: No los recuerdo.
REMEDIOS AMAYA: Incomprendida.
DÉCADA PRODIGIOSA:No sabía que hubiera participado.
AZÚCAR MORENO: ¡Qué fuerte!
MIKEL HERZOG: Buena voz.

Por Camino Brasa. Fotografías de Matías Costa

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