¿Quién mató a Marilyn?

¿Quién mató a Marilyn?

Junto a José Bolaños, uno de los últimos hombres de su vida.

EL LIBRO DEFINITIVO SOBRE LA MUERTE de Marilyn Monroe está a punto de estallar desde los escaparates de las librerías. Escrito por el periodista Donald H. Wolfe, esta investigación pretende, si no demostrar fehacientemente, sí aportar datos más que suficientes para concluir que Norma Jean, aquella pobre huérfana que alcanzó la fama mundial a través de sus películas, fue víctima en la noche del 4 de agosto de 1962 de un complot que culminó con su asesinato. Un asesinato que, según todos los indicios, fue ordenado e incluso presenciado por el fiscal general de los Estados Unidos, Robert Kennedy.

Marilyn Monroe sabía demasiado. Todo en el libro de Donald H. Wolf apunta hacia esta hipótesis que justificaría el interés de las altas esferas por eliminarla, dado que la actriz, hasta poco antes de su muerte, había mantenido una estrecha relación con Robert Kennedy y su hermano, el presidente John Fitzgerald Kennedy, así como con Frank Sinatra y sus amigos de la Mafia. Además, sin que ella lo supiera, varias personas de su círculo estaban vinculadas al comunismo, lo que era conocido por los servicios secretos estadounidenses. Así lo demuestra un documento del FBI, fechado el 6 de marzo, cuyo encabezamiento reza: "MARILYN MONROE-ASUNTO DE SEGURIDAD- C. (COMUNISTA)", y que fue obtenido tras una estancia de Marilyn Monroe en México, desde donde se envió al despacho de J. Edgar Hoover -director del FBI y más tarde de la CIA- en Washington. Así lo relata el autor:

El informe, archivado varios días después de la partida de Marilyn de México, se refiere a las conversaciones que tuvo con Frederick Vanderbilt Field referidas a informaciones confidenciales de las que ella se había enterado hablando con el presidente y el fiscal general. J. Edgar Hoover vivía alarmado por la afición de Jack Kennedy por las mujeres y profundamente molesto porque no se hacía caso de sus advertencias. En esta ocasión le disgustó sobremanera enterarse de que Marilyn Monroe, sin proponérselo, hubiera pasado información confidencial a un comunista que, como sabía el FBI, estaba en contacto con espías extranjeros. Según fuentes allegadas a Hoover, el director se enfadó como nunca lo habían visto sus subordinados.

Era increíble, el presidente de los Estados Unidos había pasado a ser un riesgo para la seguridad.

El tal Frederick Vanderbilt Field, en cuya casa se alojó Marilyn durante ese viaje, no era el único comunista que mantenía contactos con la estrella. Según el FBI, a esta ideología pertenecían también José Bolaños -guionista mexicano, ocasional amante y la última persona con la que Marilyn habló por teléfono antes de que se encontrara su cadáver-, y sobre todo Ralph Greenson, su psiquiatra particular, cuya influencia sobre la actriz era tan descomunal que el mismísimo director George Cukor afirmó en cierta ocasión: "Si había que hablar con Marilyn, no era necesario llamar a sus secretaria, ni a su agente, ni a su abogado. ¡Se llamaba a su psiquiatra!".

Buena muestra del peligroso cóctel en que se había convertido Marilyn Monroe es un párrafo que revela el momento en que, tras el fin de una de sus crisis más graves -por la que fue internada en un sanatorio mental, donde llegaron a colocarle una camisa de fuerza-, accedió directamente al teléfono del Despacho Oval bajo el seudónimo de "Nancy Green".

Mientras hacía furor la guerra fría, el hombre iniciaba su carrera a la luna y se empezaban a construir refugios antiatómicos, se había dado instrucciones a la centralita telefónica de que todas las llamadas de "Nancy Green" se pasaran al Despacho Oval. Otros asuntos urgentes del momento eran el plan de matar a Fidel Castro y la invasión de la Bahía de Cochinos.

Una de las personas que pueden haber estado enteradas de los planes de invadir Cuba y matar a Castro era Marilyn Monroe. En julio de 1962, Marilyn le enseñó su diario rojo o "libro de secretos" a Robert Slatzer. En el diario había apuntes sobre su conocimiento del complot de la CIA para matar a Castro y una declaración de que Bobby era inflexible en su recomendación de retirar el apoyo militar de los Estados Unidos a las fuerzas invasoras de la Bahía de Cochinos.

Marilyn llevaba un diario con apuntes desde hacía muchos años. El periodista James Bacon recordaba que llevaba un diario en los años cincuenta y le divertía ver que tomaba notas de lo que él acababa de decir. Muchos psicoanalistas exigían que sus pacientes llevaran un diario y según Janice Rule y otros pacientes del doctor Ralph Greenson, era normal esta exigencia. Durante la sesión, el analista revisaba las anotaciones.

Ser analista de una amiga íntima del presidente ponía a un apparatchik de la Komintern en una posición única. En el diván del analista había una fuente de secretos comprometedores acerca de la vida privada del presidente de los Estados Unidos así como también informes sobre asuntos mundiales discutidos con el "Presi" y registrados en el diario de la paciente, el mismo "libro de secretos" que pasó a ser una cuestión preocupante para James Jesus Angleton, jefe de contraespionaje de la CIA.

Según Lena Pepitone, Marilyn pasaba largas horas con su amigo infalible, el teléfono, hablando con el doctor Greenson. Pepitone se daba cuenta de que ella empezaba a "depender completamente de él. Era como una adicción.

Como bien dijo el propio Greenson, "Marylin Monroe tendía a relacionarse con personas que le hacían daño", y quizá el propio Greenson fuera una de ellas, pues como él mismo reconoció una vez, "puedo hacer que Marilyn Monroe haga lo que yo quiera". Sin embargo, en los últimos meses de su vida, coincidiendo con el alejamiento de JFK, que tanto daño la causó, Marilyn Monroe quería desembarazarse de Greenson y de Murray, había dicho a varios de sus amigos que tenía en su poder información "muy peligrosa" para los Kennedy y a algunos les había asegurado que estaba dispuesta a utilizarla si sólo la consideraban "un pedazo de carne".

El diario. Tal vez fue el diario lo que perdió a Marilyn Monroe. Ese pequeño cuaderno rojo en el que apuntaba hasta lo más nimio y que siempre llevaba consigo, porque, afirmaba, así conseguía una cultura que le permitiría algún día incluso intervenir en las profundas conversaciones de sus amigos y conocidos. La huérfana número 3.463, la jovencita a la que sus compañeros de desventura conocían como "el ratón" y poco más tarde como "la habichuela humana" deseaba realmente convertirse en una persona con bagaje intelectual. Un deseo que se acrecentó a medida que en Hollywood le presentaban una y otra vez guiones que reflejaban a la manida "rubia tonta".

Pero el diario desapareció. Hasta hace poco sólo dos personas habían declarado haberlo visto: el periodista Robert Slatzer y el ayudante judicial Lionel Grandison. Sin embargo, otras dos personas afirmaron posteriormente que conocían su existencia; uno de ellos era Mike Rothmiller, quien trabajaba en la Unidad de Información sobre el Crimen Organizado hacia 1978, en cuyo archivo -dentro de la carpeta dedicada a Marilyn Monroe- halló una copia del diario. "Era eso, un diario. La mayoría de las anotaciones eran sobre conversaciones mantenidas con John F. Kennedy y Robert Kennedy. Los temas iban de Rusia y Cuba a la Mafia y Sinatra. Recuerdo que se refería a Castro como `Fidel C.'". La otra persona que supo de su existencia fue Norman Jefferies, empleado ocasional de la nueva casa que la actriz había comprado en Los Ángeles. Según Jefferies, Marilyn guardaba el diario en su dormitorio o bajo llave en el archivo del bungaló de los huéspedes. Curiosamente, ese archivo fue forzado la noche en que la estrella murió, pero Jefferies vio al día siguiente cómo Eunice Murray -ama de llaves de Marilyn impuesta por el doctor Ralph Greenson- se lo entregaba al chófer del juzgado de instrucción. El diario fue a parar a la caja fuerte del juzgado, donde Grandison lo metió, pero al día siguiente había desaparecido. Sólo otras tres personas tenían la llave: Phil Schwartzberger, auxiliar administrativo; Richard Rathman, encargado de la administración y el juez que se hizo cargo del caso, Theodore Curphey.

Marilyn confesó a varios de sus amigos que tenía información "peligrosa" para los Kennedy y que la utilizaría si sólo la consideraban "un pedazo de carne"

El juez Curphey "era un administrador sin experiencia en el campo de la investigación, (...) pero el 6 de agosto anunció a la prensa que interrogaría personalmente a los médicos de la estrella". Era el primer paso de un proceso sumamente irregular. Curphey encargó la autopsia a Thomas Noguchi, quien entonces era patólogo ayudante. Años después, cuando ya se le conocía como "el forense de las estrellas", Noguchi decía: «Lo normal era que la autopsia la hubiera practicado un médico forense más experimentado, pero, no obstante, el doctor Curphey hizo aquella singular llamada y me asignó el trabajo a mí". También resulta interesante que para que Noguchi pudiera hacérsela, Grandison tuviera que rescatar el cadáver de una funeraria privada, donde ya lo estaban embalsamando. Los análisis que se le hicieron al cuerpo de Marilyn Monroe arrojaron datos que descartaban la hipótesis del suicidio. Por una parte, se encontraron diversos moratones que indicaban signos de violencia, por otra había indicios de que el cuerpo había sido movido y, por último, no se hallaron rastros de barbitúricos en el estómago de la víctima. "La denominación callejera de las cápsulas de Nembutal es `forros amarillos', debido al color típico de las cápsulas de gelatina. Si Monroe ingirió alrededor de 40 cápsulas de Nembutal, como se ha estimado, deberían haberse encontrado indicios de tintura amarilla en el sistema digestivo, sobre todo en un estómago vacío. Y Noguchi no encontró tales indicios". Noguchi también encargó un examen toxicológico, pero éste le fue entregado sin análisis de riñones, intestinos, estómago y orina, lo que imposibilitaba conocer el modo en que el Nembutal había entrado en su cuerpo. Cuando Noguchi requirió de nuevo los análisis, la respuesta que obtuvo fue que las muestras que él había recogido, y que obraban en poder del juez Curphey, habían desaparecido. Todos estos descuidos condujeron años después al forense a hacerse en un libro la siguiente pregunta: "¿Se suicidó Marilyn o le inyectaron los fármacos que le causaron la muerte?".

Más sorpresa causa aún el hecho de que durante la investigación sólo se interrogara, y no bajo juramento, a una persona: al psiquiatra Ralph Greenson. Cierto es que Marilyn Monroe había tenido anteriormente al menos cuatro tentativas de suicidio, pero eso no justificaba tanta desidia. Incluso, con la anuencia del juez Curphey, el abogado y amigo de Greenson, John Miner, hizo el 12 de agosto de 1962 una entrevista a éste con la promesa de no revelar jamás su contenido. Tras esta charla y la audición de una cinta de Marilyn que Greenson tenía en su poder, Miner llegó a la conclusión, en contra de lo que pensaba inicialmente, de que la actriz no se había suicidado. Es más, el propio Greenson cambió su primera opinión y sostuvo ante Miner esta hipótesis. Sin embargo, el memorando con sus conclusiones que Miner envió a Curphey, no consiguió que se ampliaran las investigaciones ni, que se alterara la calificación de la muerte. Norma Jean, oficialmente, se había suicidado.

Si Curphey hubiera hecho su trabajo a conciencia, las declaraciones de ciertos testigos hubieran arrojado más luz sobre el caso. Pero no lo hizo. De este modo, la teoría de que Robert Kennedy no estuvo en Los Ángeles ese fatídico 4 de agosto se hubiera desvanecido como humo, pues hay numerosas pruebas y declaraciones que afirman lo contrario. Asimismo, debería haber tenido en cuenta lo que vieron y oyeron los vecinos de Marilyn, el matrimonio Landau, aquella noche. Concretamente, vieron una ambulancia y un coche patrulla antes de las diez y media de la noche, hora en que murió aproximadamente la actriz, y escucharon tantoun helicóptero como a una mujer -¿Quizás Eunice Murray?-, que lanzaba histérica las siguientes palabras desde la casa de Marilyn: "¡Asesinos! ¡Asesinos! ¿Estáis satisfechos ahora que ella ha muerto?". Asimismo, tampoco se tuvieron en consideración otros datos. Por ejemplo, que Norman Jefferies había visto a Robert Kennedy y a otros dos hombres para él desconocidos entrar en casa de la estrella a eso de las nueve y media o diez de la noche, tras lo cual les ordenaron tanto a él como a Eunice Murray que se fueran. Así lo declaraba:

Nos dijeron que nos fuéramos. Quiero decir que dejaron muy claro que debíamos irnos. Pero esta vez Eunice y yo no nos apartamos del barrio. Fuimos a la casa de un vecino. Yo no tenía idea de qué estaba pasando. Era el fiscal general de los Estados Unidos, quiero decir. Yo no sabía quiénes eran los otros dos hombres que estaban con él. Supuse que eran del gobierno.

El atestado del sargento Jack Clemmons, primer policía que acudió a la casa de Marilyn Monroe tras el aviso de su muerte, no sirvió para nada, cuando en él se observaban numerosas contradicciones de Eunice Murray, Ralph Greenson y el doctor Hyman Engelberg, al que habían llamado para recuperar a la actriz. Tampoco se investigaron otros detalles sospechosos, como la posterior aparición de un vaso de cristal, la desaparición de los registros de las llamadas telefónicas, una misteriosa llamada a la Casa Blanca o la destrucción de papeles y notas. Y de la misma manera, tampoco se consideró que poco antes de la medianoche del 4 de agosto, el policía Lynn Franklin detuvo un Mercedes oscuro que circulaba a más velocidad de la permitida por las calles de Beverly Hills, dentro del cual se encontraban tanto el actor Peter Lawford -con quien Marilyn había mantenido una estrecha amistad-, como el doctor Greenson y el fiscal general de los Estados Unidos, Robert Kennedy.

Tal como culmina Donald H. Wolfe, "¿Intentaban matar a Marilyn Monroe? ¿O sólo someterla con un `pinchazo crítico', es decir, suministrarle una dosis mayor de aquella a la que estaba acostumbrada, para poder abrir por la fuerza su archivador, tomar notas, cartas y documentos legales y buscar el libro de secretos? Los indicios señalan homicidio premeditado. En presencia de Bobby Kennedy, le inyectaron una cantidad de barbitúricos suficiente para matar a 15 personas".




Curanderos / Oscar en Familia/ Especial Moda/ El hombre de las nieves/ Mi niño no me come/ ¿Quién mató a Marilyn?/ Los hombres de mi agenda, Carmen Rigalt/ Las mujeres de mi agenda, Martín Prieto/ La mirada de Umbral/ Almanaque / Gentes/ El Tablón/ En forma/ Horóscopo/ Adivinación/ Aquellos años de..../

M H Z

TOP LA REVISTA VOLVER